Cruje el sistema geopolítico unipolar

Damasco, 23 feb (SANA)  La característica que define la Geografía de Rusia es su indefensión natural; ni océanos, ni ríos, ni montañas o accidentes naturales notables que le permitan demarcar las fronteras de su inmenso territorio, que abarca el 12% de las tierras emergidas del planeta. Sólo el clima inhóspito durante el invierno boreal y los bosques de taigá apenas sirven de resguardo.

La historia de Rusia se escribe por la tragedia de lograr sobrevivir invasión tras invasión. Su mayor desafío geopolítico es mantener unido a ese gigantesco territorio y defenderlo simultáneamente de la codicia. ¿Cómo? Sólo a través del poder centralizado con puño de hierro y de la formación de estados amortiguadores a su alrededor.

Por eso, la admisión de países (que formaban parte del Pacto de Varsovia y de las antiguas repúblicas soviéticas) en la OTAN, y que la mayoría de los medios presentan como “voluntarias”, desde Rusia se perciben como una nueva invasión del espacio que ellos consideran parte de su esfera de influencia. ¿Por qué en la geopolítica rusa existe la impresión en la que ellos son los que están siendo invadidos?

La crisis de Ucrania lo ejemplifica como ninguna otra zona fronteriza. Para el pensador e intelectual Alexander Dugin, se debe distinguir entre la civilización basada en el mar (talasocracia) y la civilización basada en la tierra (telurocracia). Rusia, desde las conquistas mongolas, es una telurocracia, el polo terrestre que, en el orden mundial, siempre entrará en conflicto con la talasocracia, el polo marítimo, independientemente de las ideologías que éstos posean. Es el conflicto Este-Oeste que hasta la caída del Muro de Berlín (1989) se revestía como Comunista-Capitalista; antes fue Bizancio-Roma y hace 2000 años Grecia-Roma. Física, geográficamente, potencia terrestre-potencia marítima, telurocracia-talasocracia. En la Federación Rusa, como en ningún otro lugar del mundo, la Geografía determina el modelo geopolítico.

Dice Alexander Dugin que la Federación Rusa es mucho mayor que los confines actuales: constituye el Heartland de un imperio euroasiático que “debe garantizar su seguridad territorial, tomando el control militar sobre las zonas adjuntas a ella, en el sur y el oeste, y en la esfera del norte del Océano Ártico.”

La implosión de la URSS en 1991 y los cambios geográficos que le siguieron implicaron perder esa seguridad, defensa creada durante siglos, alrededor del Heartland. Por eso también, para el Presidente Vladimir Putin “el colapso de la Unión Soviética fue un gran desastre geopolítico del siglo”. Rusia jamás había sufrido antes amputaciones territoriales comparables. Peor aún, no sólo perdió el control sobre los estados sino que algunos de los ahora independientes cambiaron de bando uniéndose a la OTAN y la UE. Sin cumplir las promesas del momento, Occidente avanzó sobre los estados de amortiguamiento, imprescindibles para la seguridad de la Federación Rusa.

Recién con la llegada de Putin las pérdidas geopolíticas comenzaron a revertirse con la restauración de la integridad territorial en Chechenia y la búsqueda de la integración política y económica de la Comunidad de Estados Independientes. En el discurso desoído de Putin en Munich en 2007, él ya dejaba en claro que la OTAN incorporaba países que Occidente había prometido previamente no modificar.

Putin alienta los proyectos euroasiáticos: la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (integración militar) entre Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán; la Unión Aduanera Euroasiática y la Comunidad Económica Euroasiática. Putin está reintegrando económica y políticamente algunas de las antiguas repúblicas soviéticas. Por su ubicación geográfica e historia, Rusia está destinada desde el Heartland a gobernar el gran continente euroasiático. Por eso desde el fin de la Guerra Fría Occidente busca rodearla e imponerle países enemigos o desleales para prevenir la dominación del “Rimland”, el anillo de la periferia que rodea al Heartland ruso. La constante ampliación de la OTAN hacia el espacio eslavo y el rol de Ucrania en esta política son fundamentales. Allí, la disputa entre eslavófilos y occidentales fue fácil porque el país fue una construcción artificial donde se soldó la región oriental, rusa y la occidental, europea (tomada por la URSS como recompensa territorial tras la Gran Guerra Patria). Allí el binarismo Este-Oeste de la Guerra Fría, colisiona, cruje. Es similar a una línea de falla de dos bloques tectónicos.

¿Puede quedarse Rusia de brazos cruzados? El Presidente Putin hace malabares con mucha lógica y a largo plazo. Va transformado a cada región separatista (con población rusa) de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética en “países” que extienden su influencia más allá de sus fronteras inmediatas y aseguran un anillo de “islas” de protección: Transnistria, Abjasia, Osetia del Sur, Luhansk, Donetsk, Nagorno Karabag…La unión política de facto con Bielorrusia abre otro frente peligroso para Occidente ante la posibilidad de ocupar el corredor de Suwalki y comunicar otra vez, territorialmente, a la Federación con el enclave de Kaliningrado. ¿Cómo no hacerlo cuando todas las opciones de Occidente son guerreristas y desestabilizadoras?

Por Pablo Sigismondi

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