Los anglosajones y sus satélites se conforman con la “guerra contra monumentos” a los soldados soviéticos que pusieron fin al Holocausto

Artículo de opinión escrito por María Zajárova, la vocera de la Cancillería rusa

Moscú, 20 oct (SANA) En la sesión informativa del 29 de septiembre prestamos mucha atención al 81 aniversario de la tragedia de Babi Yar que puso inicio a los fusilamientos por los nazis y sus cómplices de la población civil de Kiev, principalmente judíos, gitanos, empleados soviéticos, militantes clandestinos y prisioneros de guerra. Señalamos que, décadas más tarde, en 2014, las fuerzas que promueven abiertamente las ideas de exclusividad nacional y glorifican a los cómplices nazis implicados en las ejecuciones de cientos de miles de personas llegaron al poder en Ucrania como resultado de un golpe de Estado anticonstitucional.

No pudimos desestimar la declaración hecha el mismo día por los “representantes especiales para asuntos relacionados con el Holocausto” de Gran Bretaña, Alemania, Grecia, Canadá, los Países Bajos, Rumania, Estados Unidos, Croacia y la República Checa en nombre de sus Gobiernos. Es obvio que aprovecharon la tragedia de Babi Yar para seguir acusando a la Unión Soviética y Rusia.

Citación: “Durante 45 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética censuró la documentación sobre el Holocausto, inclusive las investigaciones y antecedentes de la masacre de los judíos en Babi Yar”. Es la información falsa, pura mentira.

Pasados tres meses después de lo ocurrido, el 7 de enero de 1942, el periódico Pravda publicó la nota del Comisario del Pueblo para Asuntos Exteriores, Viacheslav Mólotov, enviada a todos los Gobiernos y misiones de los países que no estaban en guerra con la URSS, que contenía una descripción detallada de las atrocidades cometidas por las autoridades alemanas en los territorios ocupados de la URSS:

“Los invasores alemanes cometieron una masacre horrible y pogromos en la capital ucraniana, Kiev. En pocos días, los bandidos alemanes mataron y destrozaron a 52 mil hombres, mujeres, ancianos y niños, castigando sin piedad a todos los ucranianos, rusos y judíos que mostraron su lealtad al poder soviético. Los ciudadanos soviéticos que escaparon de Kiev describen de forma impresionante una de estas ejecuciones masivas: en el cementerio judío de la ciudad de Kiev se reunió a un gran número de judíos, incluidos mujeres y niños de todas las edades; antes de ser fusilados, todos fueron desnudados y golpeados; el primer grupo seleccionado para fusilar fue obligado a acostarse en el fondo de un foso, boca abajo, y les fusilaron con ametralladoras; luego los alemanes cubrieron ligeramente con tierra a los fusilados. El segundo grupo fue obligado a acostarse encima de ellos y les fusilaron con ametralladoras también. Muchos asesinatos masivos fueron cometidos por los ocupantes alemanes en otras ciudades ucranianas también, y las víctimas de estas ejecuciones sangrientas fueron ante todo los trabajadores judíos desarmados y vulnerables”.

Además de divulgar la información falsa, los “representantes especiales” acusaron cínicamente a nuestro país de intentar de “tergiversar y apropiarse de la historia del Holocausto”. Al mismo tiempo, no se encontró una sola palabra para reprobar el régimen de Kiev, que desde 2014 elevó a nivel de héroes nacionales a todos los cómplices de los nazis abierta- y consistentemente.

Y de qué reprobación se puede hablar si los tres principales firmantes (Gran Bretaña, Canadá y EEUU), después de la Segunda Guerra Mundial albergaron a la mayoría de los colaboradores de Stepán Bandera que huyeron del país y otros cómplices del Holocausto de Europa del Este.

Los anglosajones y sus satélites se conforman con la “guerra contra monumentos” a los soldados soviéticos que pusieron fin al Holocausto desatada por Polonia, los países bálticos y el régimen de Kiev.

Es de lamentar que la verdad sobre aquellos tiempos no se necesite en Occidente, incluso a los que se ocupan profesionalmente de los temas del genocidio. Necesitan denigrar la hazaña de nuestros soldados durante la Gran Guerra Patria y ahora, cuando Rusia se vio obligada a defender a la población rusófona en la lucha contra los herederos ideológicos de los colaboradores nazis.

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