Europa, ¿consumado el suicidio?

Al parecer, la UE, con grietas en su estructura, le es imposible ver o al menos reconocer el creciente tono suicida de su política de seguir los dictados de Estados Unidos en la confrontación con Rusia.

Bruselas, 28 sep (SANA) Uno de los competidores económicos para Estados Unidos es la Unión Europea (UE), complicada hoy con una crisis energética, una devaluación de divisas claves y el aumento del potencial para estallidos sociales.

Pese a que la UE estuvo detrás en parte y sigue casi a ciegas la línea planteada por Washington de azuzar el conflicto en Ucrania, después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció allí una operación militar el pasado 24 de febrero, las cosas para los europeos están lejos de beneficiarlos.

Occidente entregó a Kiev casi 20 mil millones de dólares en armamento desde el inicio de la acción bélica para, como afirma Putin, llevar una guerra “hasta el último ucraniano”.

Estados Unidos, al imponer draconianas restricciones a Rusia, incluida la suspensión de la compra de su petróleo, provocó una inflación que se sintió, en especial, en varias potencias occidentales.

Pero la Reserva Federal norteamericana, con su constante subida de intereses logró fortalecer en parte el billete verde, lo cual incidió en parte en un retroceso inédito del valor del euro y la libra esterlina.

A ello se sumó una controvertida decisión de incluir en el sexto paquete de sanciones de la UE contra Rusia la reducción gradual de compra de gas a Moscú, todo ello en medio de un alza sin precedentes de los combustibles que obligó a los europeos a revisar su política ecológica.

En su momento, con los preceptos de la economía verde quisieron dejar atrás la producción y uso de carbono, así como de las plantas nucleares, algo que ahora países como Reino Unido, Alemania, Noruega y otros estados europeos retoman y olvidan que en su momento abogaron por prohibirlos.

El alto precio del petróleo y del gas permitió a empresas estadounidenses de producción de gas de esquisto penetrar en el anhelado mercado energético europeo.

Por otro lado, el alza de los combustibles ya llevó al cierre de decenas de fábricas estratégicas para la producción de amoniaco, utilizado en la elaboración de fertilizantes, en Alemania.

Alemania, Francia, España y Bélgica ya probaron los primeros efectos de la depauperación social en Europa, con paros de varios sectores y el ascenso de la xenofobia y de países afines a ese flagelo.

En la jefatura de la UE la presidenta de su Comisión Europea, Ursula van der Leyen, reaccionó quizás no de la mejor manera a la noticia de que la ultraderecha y la derecha llega al poder en Italia, al hablar de posibles medidas “para corregir” la situación.

Paralelo a la crisis energética se creó una situación dentro del bloque en la que aparecieron “renegados” como Polonia, cuyo gobierno, pese a su línea de rusofobia, fue sancionado por su sistema judicial.

Algo similar ocurrió con Hungría, en medio de llamados del primer ministro Viktor Orban de poner fin a las sanciones contra Rusia para evitar el carácter suicida de esas acciones de la UE para su economía.

Ello ocurre cuando también se habla de abandonar el principio fundacional de la UE de aprobación unánime de sus decisiones.

Por otro lado, la cada vez más difícil situación dentro de la UE facilitó el surgimiento de condiciones para que varias empresas europeas buscaran refugio para sus activos en Estados Unidos.

En ese caso está el de gigantes como ArcelorlMittal, con 200 mil empleados en 60 países y con sede en Luxemburgo, con planes ahora de trasladar su producción a Texas.

De acuerdo con la agencia RIA Novosti, el mayor fabricante de productos refractarios del orbe RHI Magnesita, registrado en Londres, también traslada la mayoría de sus activades a suelo norteamericano.

Aunque sin anunciar aún su salida de la producción hacia Estados Unidos, compañías como la alemana BASF y la noruega Yara International, fabricantes de químicos y fertilizantes, consideran que la fuga de capitales de Europa podría adquirir un carácter catastrófico.

Mientras todo eso ocurre, son pocos los políticos en la UE que hablan de buscar un acercamiento con Rusia para una reducción de la tensión con ese país en la esfera energética y con ello buscar una disminución del efecto bumerán de las sanciones que en su momento aplicaron a Moscú.

Al parecer, la UE, con grietas en su estructura, le es imposible ver o al menos reconocer el creciente tono suicida de su política de seguir los dictados de Estados Unidos en la confrontación con Rusia.

Fuente: Prensa Latina

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