Damasco-SANA
La antigua ciudad de Palmira, una de las joyas arqueológicas de Oriente Medio, está amenazada por el ataque del grupo terrorista Estado Islámico (EI), que se enfrenta al ejército sirio.
Situada en un oasis, Palmira fue en el pasado uno de los centros culturales más importantes del mundo antiguo y punto de encuentro de las caravanas en la Ruda de la Seda, que atravesaban el árido desierto del centro de Siria.
Tal es su riqueza monumental que se trata de uno de los seis lugares sirios incluidos en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y también en su lista de Sitios en Peligro por el actual conflicto que asuela el país.
Fue en el siglo I y II d.C. cuando el arte y la arquitectura de Palmira marcaron su inmenso lujo.
Como reveló la Unesco, la conocida como “novia del desierto” estaba en una encrucijada de civilizaciones, y en ella se mezclaron técnicas grecorromanas, con tradiciones locales e influencias persas.
A mitad del siglo I, este oasis pasó a estar bajo el control de los romanos dentro de la provincia romana de Siria.
Rápidamente, comenzó a crecer por su localización en la ruta comercial que unía el Imperio Romano con Persia, la India y China.
En el siglo III, la ciudad desempeñó también un papel militar y estratégico con la ascensión de la dinastía sasánida al poder y su rebelión contra Roma.
En este periodo, Palmira estuvo gobernada por su reina más famosa, Zenobia, que conquistó toda Siria y extendió sus dominios hasta Egipto y Anatolia.
Sin embargo, esto supondría el comienzo del fin de Palmira, porque los romanos aplacaron la rebelión y destruyeron a la población, que quedó reducida a un pueblo sin territorio ni poder. Era el inicio de su decadencia a lo largo de cientos de años.
No sería hasta los siglos XVII y XVIII cuando los viajeros de la época descubrirían los restos de la ciudad.
Antes del inicio del conflicto en Siria, en marzo de 2011, sus ruinas eran uno de los principales centros turísticos de Siria y de la región.
M.Miri