Damasco, 24 feb (SANA) El presidente de la República Federal de Rusia, Vladimir Putin, comenzó una “operación militar especial” para impedir la militarización de Ucrania, proteger los territorios de las nuevas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, disuadir al gobierno de facto de Kiev para que desista ser miembro de la OTAN y para obligar a Kiev a negociar su neutralidad para el resguardo futuro territorial de Rusia.
La operación militar, que no tiene el objetivo de ocupar a Ucrania y cuya duración será determinada por el presidente Vladímir Putin, sucede un día después que Estados Unidos (EEUU), Reino Unido, la Unión Europea, Japón y Australia, anunciaron un paquete de medidas para frenar el desarrollo económico, financiero y comercial de Rusia, como lo hicieron en 2014, cuando la región de Crimea, decidió, por referéndum popular, formar parte de Rusia tras la persecución del gobierno de facto ucraniano.
Las sanciones llegan en un momento estable de la economía rusa, con un cúmulo importante de reservas de divisas, con recortes en gastos y disminución de deuda en el exterior, autosuficiencia de producción de productos de primera necesidad para cubrir las demandas del pueblo, diversificación de las exportaciones y relaciones internacionales, la firma de importantes acuerdos con grandes economías como la de China, Brasil e Irán y una determinación de no prescindir o realizar transacciones con la divisa dólar americano. A esto se le suma los altos precios del petróleo y el gas, que le beneficia porque es uno de los principales productores de hidrocarburos del mundo y por ser el suministrador del 40% del gas que consume Europa y un tercio de su petróleo.
La operación militar de Rusia sobre Ucrania, tiene sus antecedentes desde el derrocamiento por parte de EE.UU., la OTAN y Reino Unido del legítimo presidente de Ucrania, Víctor Yanukovich, en el año 2014 y la imposición del gobierno de facto de Vladímir Zelenski, quien ha sido permisivo para que los miembros de la OTAN hayan enviado ciento de miles de toneladas de armas a Kiev, sin que ningún organismo internacional haya condenado esas acciones, como tampoco ningún organismo internacional se pronunció por las masacres realizadas por los paramilitares y el ejército ucraniano contra los pobladores de la región de Donbás, que según cifras proporcionadas por la ONU, son un poco más de 14 mil víctimas entre 2014 a 2021.
El pasado 10 de diciembre de 2021, Rusia exigió a la OTAN que retirarse las promesas hechas a Ucrania y a Georgia en la Cumbre de Bucarest de 2008, que recibirían la membresía para ser miembros de la OTAN, ya que ese hecho rompía los acuerdos de no expansión hacia el este y estaría rompiendo con la seguridad territorial de Rusia.
Occidente optó por amenazar a Rusia, manipuló a la comunidad internacional sobre los peligros que representaba una “inminente invasión rusa a Ucrania”, jugó con la desmemoria de los pueblos del mundo al desconocer los acuerdos de 1990, hechas durante el proceso de la disolución de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, de que la OTAN no se expandirá al Este de Europa y que ningún ex miembro de la URSS obtendría la membresía de la OTAN.
Rusia (bajo los gobiernos de Putin y Medvevev) viene realizando estos reclamos desde que la OTAN y EE.UU. se involucraron en la guerra de los Balcanes (Bosnia – Herzegovina, Kosovo, etc) a partir de 1992 y que aumentó la tensión cuando se involucraron en la guerra de Georgia y Osetia del Sur.
Las guerras de los Balcanes, en el Cáucaso meridional, en Asia Central y Europa Oriental, después de la disolución de Unión Soviética, han sido creadas artificialmente por EEUU y la OTAN, con el objetivo de expandir su poder y control geopolítico, para disminuir las capacidades de Rusia.
Rusia, ha pedido por escrito el compromiso a la OTAN, de la no extensión al Este de Europa. La respuesta ha sido un golpe de estado en Ucrania, enviar armas y fuerzas militares al país vecino de Rusia, además de desplegar más fuerzas militares en el Báltico.
La diplomacia tiene sus límites, los organismos internacionales tienen sus funciones y al no encontrar respuestas de ninguno, Rusia (o cualquier otro país), independientemente de lo que digan o pueda causar, se vio obligada a actuar para defender legítimamente su territorio del futuro próximo. Obstaculizar la membresía de Georgia y Ucrania para que no sean parte de la OTAN, es evitar que la OTAN y EE.UU. instalen sus bases militares en las zonas de influencia y fronteras de Rusia. Como ha dicho Putin: “los riesgos en el aspecto de seguridad eran tan grandes que era imposible de actuar de otra manera”.
Los titulares de los medios de comunicación a nivel mundial deberían ser: Putin le para el trote a la OTAN, EE..UU y a Reino Unido.
Escrito para SANA por Javier Alexander Roa