Siria: Guerra terrorista sin precedentes

Damasco, SANA

Elementos terroristas, mercenarios y apátridas, los tres las mismas malas cosas, destruyeron mediante el fuego extensas plantaciones de olivos y otros cultivos en la provincia de Latakia, donde el ejército, el cuerpo de bomberos, la población y hasta el propio presidente Bashar al Assad acudieron para limitar el daño del sabotaje enemigo, que ha dejado desamparadas por el momento a unas 22 000 familias.

El mandatario aprovechó para afirmar que la guerra aún no ha terminado, y expresó que ello sería así cuando no quede ni un soldado extranjero enemigo en territorio sirio.

Presidente al-Assad visitó las zonas asoladas por incendios en Latakia y segura que el Estado apoyará a cada familia afectada.

Conocido es que Estados Unidos, a pesar de haber reiterado que haría volver a sus tropas acantonadas en el norte del país árabe, ha enviado más soldados al lugar para proteger instalaciones petrolíferas de donde está robando el preciado líquido.

Asimismo, Trump, tras retirar el apoyo a rebeldes kurdos, en un afán de congraciarse con el gobierno de Ankara, ha propiciado el fortalecimiento de las denominadas Fuerzas Democráticas Sirias, que incluso han lanzado ataques químicos limitados, que han servido de pretexto a Washington para tratar de poner en la picota pública al Ejército Árabe Sirio, que, a pesar de todo, ya ha liberado la inmensa mayoría de la nación, apoyado en la ayuda solidaria de Rusia, Irán y el Hizbollah libanés.

En cuanto a Turquía, y a pesar de las declaraciones conciliatorias del ambiguo presidente Erdogan, desde hace dos meses sus tropas ocupan toda la parte fronteriza con Siria, bajo el pretexto de eliminar a grupos kurdos que califica de terroristas.

Pero al mismo tiempo, desde Londres, elementos nada afines a Al Assad, expresaron su preocupación, porque el avance de los militares sirios “hacia la frontera turca estaba impidiendo la infiltración de rebeldes y armas desde Turquía”.

Como se esperaba, el Imperio y la oposición hicieron todo lo posible para hacer fracasar las pocas horas de negociaciones en Ginebra para llegar a una solución del conflicto, que, según algunos entendidos, debe tener sesgo político y no militar, debido a la diversidad de intereses opuestos.

POLÍTICA TORPE

Lo de la entrada de tripas turcas en el norte de Siria ya es un hecho, lo cual indica que Ankara sigue practicando una política torpe en su afán de derribar a Al Assad y eliminar a los kurdos sirios y de otras regiones que se le oponen, sin que trate de implementar una política de negociación.

Lo que si está claro es que, en estos momentos, la posición de Damasco se ha fortalecido en una eventual reanudación de las conversaciones de paz, que han fracasado reiteradamente en Ginebra.

Erdogan ha pedido a Trump, como antes lo hiciera con Obama que “elija entre Turquía y los terroristas”, en referencia a la Unión Democrática del Kurdistán, que es aliada del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, un potente grupo guerrillero que se ha reactivado en Turquía precisamente a causa del error de Erdogan de inmiscuirse hasta el cuello en los asuntos sirios.

No hay que olvidar que Turquía está integrada en la Organización del Tratado del Atlántico Norte y ya demostró hace algunas semanas que considera que esta circunstancia le permite obrar de la manera que sea en defensa de sus intereses.

Cuando el conflicto estuvo a punto de terminar, Washington fue quien tomó la punta para medir la consolidación del triunfo del pueblo sirio, con medidas extremadamente inhumanas para evitar u obstaculizar cualquier ayuda de la comunidad internacional para la reconstrucción del país, que, no obstante, se está haciendo, independientemente de los peligros de la reanudación de una conflagración a gran escala, preparada por las inteligencias occidentales e israelí, que en siete años ha costado unas 400 000 vidas, un número millonario de refugiados y una destrucción ilimitada.

Por Arnaldo Musa

Fuente: Cubasí

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