Hasakeh, SANA
El sufrimiento y la sed de los vecinos de Hasakeh crece a diario después de que los mercenarios del ocupante turco tomaran control de la planta de bombeo de Alouk, la principal fuente de agua potable para más de un millón de sirios.
La referida instalación se sitúa al este de la ciudad de Ras al-Ain, cerca de la frontera sirio-turca, y abarca a 30 pozos, cada uno con capacidad de 200 metros cúbicos por hora, pero desde que las tropas del régimen turco y sus mercenarios tomaran el control de la estación afínales del año pasado, el bombeo se corta repetidamente.
Decenas de niños, viejos y mujeres se aglomeran cada día alrededor de camiones cisterna enviados por el gobierno en cooperación con las organizaciones internacionales, sin embargo, esa cantidad no satisface las necesidades de la gente, sobre todo aquella que vive bien lejos del centro de la ciudad.
Otras personas recurren a pozos poco profundos, cuya agua es salada, ya que no tienen otra opción.
Ver a niños, mujeres y ancianos cargando con envases y recipientes primitivos se ha convertido en una dramática escena diaria.
“El ocupante comete devastación y destrucción y aplica restricciones, pasando por alto todas las leyes y normas internacionales”, dijo un septuagenario a SANA.
Sheikha al-Hassan, madre de una niña con discapacidad que vive en las afueras del barrio de Aziziyah, expresó su indignación diciendo: “La sed es más peligrosa que el Coronavirus.. el agua no nos ha llegado desde hace 20 días… soy una mujer impotente.. Tengo que buscar el agua todos los días en un camión cisterna cercano para satisfacer la necesidad de mi hija y la mía”.
“Esto es un crimen de lesa humanidad y una vergüenza para aquellos que intentan pasar sed a la gente de Hasakeh”, agregó.
Fadel Abu Rahaf, padre de cinco hijos que vive en la aldea de al-Falah al este de Hasakeh, afirma: “No nos llega ni una gota de agua desde hace 22 días por culpa del ocupante turco que manipula la planta y la utiliza como arma para lograr sus objetivos y codicias”.
L.A./F.M.