Damasco, SANA
Mientras el mundo sufre una mortal pandemia y debacle económica, la “excepcional” potencia occidental, impune frente a toda legalidad internacional, se dedica a exportar hambre a Siria, en un repudiable acto que excede los límites de la maldad.
Criminales consumados
Tras la derrota bélica del proyecto destructivo de más de nueve años contra la República Árabe Siria, Washington y sus aliados renuevan ahora su furia desestabilizadora promoviendo la crisis alimentaria ; es decir, el flagelo del hambre sobre el pueblo sirio.
Observamos hoy, con gran preocupación, como las ya asfixiantes y preexistentes “sanciones” -nombre oficial utilizado para blanquear iniciativas de terrorismo económico- que ilegal y unilateralmente Estados Unidos y la Unión Europea han estado imponiendo a Siria, se han visto reforzadas a partir del 17 de junio con un nuevo impulso otorgado por la llamada “Ley Cesar para la protección de los civiles en Siria”, aprobada por el Congreso estadounidense y refrendada por su presidente Donald Trump.
Merced a la susodicha legislación, toda persona o entidad que realice transacciones comerciales con Siria será objeto de duras represalias estadounidenses, que serán secundadas por la Unión Europea. Asimismo, el golpe leguleyo extiende sus tentáculos a las principales instituciones del sistema económico y financiero sirio.
Estas pretendidas “sanciones” contra Siria, de quienes bajo falsos postulados se auto-instituyen ilegítimamente en jueces de la humanidad -EEUU y sus socios de la OTAN que arrastran a la UE- son claramente ilegales a la luz del Derecho Internacional. Más aun, según las Convenciones de Ginebra, las medidas que impiden que Siria adquiera material médico en el marco de la presente pandemia de COVID-19, deberían juzgarse como crímenes de guerra.
A este grave panorama externo, se suma la acción criminal de los grupos extremistas armados, así como la soldadesca kurda YPG, sostenidos por Washington en el noreste del territorio sirio, y las propias fuerzas militares estadounidenses ocupantes en el sureste, dedicándose desde hace tiempo a robar el petróleo sirio y ahora a quemar campos de cultivo de trigo y cebada en el marco de una operación conjunta que Siria ha denunciado ante el Consejo de Seguridad de la ONU y otros foros internacionales.
Gracias a ello y como preludio de la entrada en vigencia de la llamada “Ley Cesar”, en cuestión de días durante el presente mes, los productos agroalimentarios importados han comenzado a escasear en Siria y los precios de los alimentos de producción local se han disparado, mientras que el valor de la libra siria frente al dólar se ha derrumbado, llegando actualmente a cambiarse en el mercado negro a una cuarta parte de su valor oficial.
De manera que, tras el fallido proyecto bélico, estas son ahora las técnicas de Washington y sus socios: el hambre resultante de una asfixiante presión económica sobre el país, con la esperanza de enfrentar al pueblo con su gobierno y así sembrar un nuevo germen de la desestabilización.
Repudio, condena y solidaridad
Vaya desde esta tribuna nuestro absoluto repudio y máxima condena al criminal accionar de estos llamados “líderes” y “potencias” mundiales.
Sus repetidos atentados contra la humanidad y su fomento de la muerte y destrucción no hacen más que constatar su condición de “líderes del crimen” y “potencias de la injusticia”.
Sin respeto por la vida de sus propios pueblos, e hipócritamente pretendiendo presentarse como defensores de pueblos ajenos, sus criminales estrategias exhiben el central objetivo de subyugar a la Humanidad por “el derecho de la Fuerza” y evitar la implantación de la justicia y “la fuerza del Derecho”.
A eso se dedican constantemente, una y otra vez en cada embate, mediante el uso de nuevas y refinadas técnicas neo-coloniales en el marco geopolítico; y el fomento, en el más amplio ámbito cultural global, en las masas sometidas, de un nefasto tándem de “ignorancia e individualismo” que asegure la indiferencia ante sus crímenes.
Por ello, y porque sabemos que el noble pueblo sirio va a resistir este nuevo embate, como lo ha venido haciendo en forma ejemplar para la Humanidad toda, es que elevamos nuestra voz para sumar apoyo y conciencias en pos de la justicia y denunciar la bajeza moral de quienes pretenden dirigir los destinos del mundo.
Porque la “unilateral” injusticia está presente en todas partes y esa sí es una pandemia que con seguridad ha sido creada por los hombres… y debe terminar.
Por eso… sepamos que no estamos lejos… Siria, con su cultura cuna de la humanidad y la civilización, está siempre en nuestros corazones.
Siria somos todos… y en estos graves momentos, todo ser humano de bien está llamado a solidarizarse con el noble pueblo sirio.
Por Yaoudat Brahim
Fuente: Diario Sirio-libanés